Sin dudas que el fenómeno Gran Hermano Chile ha significado una inyección de aire puro a la televisión que desde hace mucho tiempo que no se había visto. La industria estaba en los últimos años asumiendo que la batalla por conseguir público juvenil se daba por perdida y que bajo tal diagnóstico era mejor aferrarse a los grupos que han estado más familiarizados con la pantalla chica. El éxito sobre todo generacional y multiplataforma del reality de Chilevisión ha llevado a que Canal 13, pionero del formato en Chile, anuncie la realización de un nuevo espacio de telerrealidad, Tierra Brava, muy probablemente ambos espacios compitan, lo que desde ya refleja un interesante momento para la televisión chilena.
Cada vez más el público juvenil, ese que se mueve entre los 18 a los 35 años, tiene un mayor poder de atracción en el mundo mediático y publicitario. Criados desde el momento de nacer dentro de una irresistible cultura de masas, estos grupos generacionales han priorizado sus objetivos hacia el consumo de experiencias, en esto demuestran una gran capacidad de consumo en una serie de productos y servicios orientados al ocio y que muchas veces implican altas cantidades de dinero. Las marcas y servicios que se centran hacia este público veían con mayor distancia a la televisión convencional por no atraerlos, por lo que el surgimiento de la edición chilena de Gran Hermano ha representado una nueva oportunidad para invertir en televisión. Muy probablemente el resto de los canales buscarán formatos multiplataforma para atraer a estos públicos tan exigentes y tan necesarios, porque el nivel de consumo de este grupo es alto y eso acarrea una mejor inversión publicitaria.
Este portal abogó desde sus inicios que la televisión chilena debía volver a atraer a los jóvenes, por lo cual es evidente el beneplácito de la página por Gran Hermano, pero esto no debería por qué convertirse en un vuelco de tablero hacia las orientaciones generacionales de la televisión, ni mucho menos menospreciar a otros grupos etáreos que tienen todavía mayor afinidad con la pantalla chica. Se ha tratado de asociar odiosamente a los públicos de mayor edad con contenidos de peor calidad, y vanagloriar a los jóvenes con una renovación en el contenido. Caer en ese error es desconocer a un público que siempre ha creído en la pantalla chica y que lo peor que se debe hacer es menospreciarlo, no solo por su edad y menor poder adquisitivo, sino también en pensar que los públicos de mayor edad aceptarán cualquier contenido que se les ofrezcan porque están menos familiarizados con las otras plataformas.
Como decía Jaime Betanzo en un anterior capítulo de La Cajita, por generaciones la sabiduría social estaba depositada en la gente de mayor edad. Por mucho que se haya dado la inversión tecnológica hacia los más jóvenes, no podemos dejar de lado la experiencia de quienes nos antecedieron, en honor a ellos no podemos dar la mano tendida a estos grupos. Que este aire fresco no maree la decisión de los canales y se dignen en ofrecer un contenido a la altura para aquellos que nunca han dejado sola a la pantalla chica, incluso en sus momentos más difíciles.