Durante esta semana, el primer mundo (sí, el que siempre sale de ejemplo de lo que se debe hacer y lo que no), se sacudió con una noticia que trae la letal combinación de política y farándula, esa que acá en Chile se sabe bien sus consecuencias, las cuales aún pagamos.
El programa “Striscia la Notizia” del Canale 5 de Mediaset difundió un video del exesposo de la tan cuestionada primera ministra italiana Giorgia Meloni, de nombre Andrea Giambruno -quien también presentaba un noticiero matinal en Rete 4, también de la señal de Berlusconi- en donde se le veía diciendo barbaridades respecto a las mujeres.
Se trató de una conversación con una compañera de trabajo en donde decía frases como “¿Me puedo tocar el paquete mientras hablo contigo?” y “¿eres una persona de mente abierta?”. Ella le cuestiona si hay alguna prueba de aptitud, él le responde “sí, se folla”.
También le avisa, cuando su interlocutora ya tiene una evidente incomodidad, que “todo Mediaset lo sabe, ahora tú también, pero estamos buscando un tercer participante porque hacemos tríos, incluso cuartetos”.
Inmediatamente Meloni en un comunicado decidió cortar su relación con Giambruno, que duró diez años y con quien tiene una hija. Y Mediaset, en tanto, decidió suspenderlo de su rol de ancla del informativo que presentaba.
Quizás este sea un nuevo episodio de lo turbulenta que es la política italiana, y más cuando se transforma en un show como ocurrió cuando “Il Cavaliere” llegó a la primera magistratura siendo dueño del consorcio que abrió el camino hacia la TV privada en el viejo continente. Y es irónico que una mandataria que es abiertamente antifeminista haya tenido que soportar que su ahora expareja sea horripilantemente misógino.
Lo más probable es que Meloni después de esto suba sus paupérrimos niveles de aprobación, pues ha sido cuestionada por sus política anti-inmigración, derogaciones de leyes en favor de la comunidad LGBTQ+ y por su errática gestión en las inundaciones de Emilia Romagna. En todo caso, la mediatización de su ruptura no la conviene, pues causaría un daño de imagen en un país cuya clase política está demasiado desprestigiada. ¿Será suficiente para que dicha nación, como esta, vuelva a elegir la sensatez?