Se nos va el segundo pájaro más querido del país después de Guru Guru, pero quienes no nos dejan son nuestros ubicados, que llegaron como las miles de personas que repletaron los recintos de última generación que nos dejan los Panamericanos.
El ubicado: Santiago 2023
Sin duda se lo merecen. Fue el evento que le hacía falta a este país. No se veía tan comunión entre el país desde la Primera Teletón, todo un pueblo reunido y honrando a sus figuras, y también cuestionando lo que está mal o las malas praxis de las dirigencias como ocurrió con la teleserie del atletismo.
Los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos reafirmaron, una vez más, el rol cohesionador de la televisión chilena en la difusión de nuestros deportistas, quienes muchas veces tienen que lidiar con las precariedades y de la indiferencia de auspiciadores y del mismo estado, teniendo que sostenerse con bingos y pidiendo incluso limosnas en la calle por la falta de interés.
Hoy, la empresa pública-privada ha aunado sus esfuerzos en llevar a sus hogares un evento de gran jerarquía, que como se ha dicho en innumerables ocasiones y lo ha destacado Sammis Reyes, fue hecho con un nivel internacional que demuestra que Chile está para grandes cosas, incluída la televisión.
Grandes transmisiones en donde se pudo ver, por ejemplo, la reivindicación de Pedro Carcuro como una figura importante de nuestra televisión, el destaque de los comentaristas especializados en cada una de las estaciones oficiales, el impulso de la televisión digital y de las plataformas de streaming, el nacimiento de nuevos ídolos tanto en el deporte como en cada artista que se presentó en las ceremonias inaugurales y finales. Todo fue una victoria para la televisión y para quienes creemos que la gente con esfuerzo y talento pueden cambiar cómo los ven los medios de ámbito nacional. Y por qué no, la sociedad y el país entero.
Los desubicados: La franja del “A Favor”
Como línea editorial personal (reitero, personal, no implica al pensamiento del sitio) he tomado la determinación de pasar de ver la Franja Política, por la sencilla razón de que ya no tolero la cantidad de mentiras a los que incurre la oposición, encarnada en la UDI, Renovación Nacional y los Republicanos, que no han sabido defender su proyecto constitucional que irá nuevamente al fracaso, según lo reflejan diferentes sondeos de opinión.
¿Y qué hacen para intentar salvar lo insalvable? Algo del cual tomé conocimiento en el grupo de un medio de comunicación: La bravuconería. El bullying. El gaslighting. Ese que empobrece el debate público, que daña ad-hominen a los justos, el que transforma ambientes de debate en lugares tóxicos, como sucede en el ilegítimo Congreso Nacional que como nunca ha dado vergüenza ajena.
¿Qué pasó? Se mostró una actriz joven, evidentemente parecida a Camila Polizzi, que mira a la cámara y declara: “Yo voto A Favor… Y que se jodan”. ¿En serio? ¿Que se jodan? ¿Quienes tienen que joderse? ¿Los que nos aferramos a lo que pudo ser y no fue solo porque no somos “los verdaderos chilenos”? ¿Quienes desde hace dos años (en mi caso) lloramos por no tener a líderes jovenes que puedan hacer un rol sensato en un hemiciclo que necesita a gente profesional y que anteponga a la ciudadanía a que sus propios intereses, sean del color que sean? ¿Nos tenemos que joder quienes apoyamos a quienes obran bien y cuestionamos a los que actúan de mala fe, incluso en nuestro lado?
¿En serio nos tenemos que joder solo porque no pensamos como ellos? Perdonenme, pero además de que la expresión es usada por los próceres de la farándula para bravuconear a sus críticos (“yo soy lo que soy, digo lo que pienso y el resto que se joda”, que eso se lo escuché a una figura de papel del género, no recuerdo si fue Adriana Barrientos), legitima el bullying como forma válida de ejercer la política. Algo que según vimos en Kaiser, Jiles, De la Carrera, Barchiesi y tantos otros que son beneficiados por la misma televisión, ha hecho mucho daño a la convivencia civica de esta siempre incauta nación.
Acá quienes se tienen que joder son quienes dañaron a la institucionalidad y a espacios que deberían ser de convergencia, tolerancia y diálogo mesurado y concreto. No quienes estamos remando para restaurar nuestro dolor, no solo del fracaso de ambos procesos, sino que de la ausencia de representantes decentes, en mi caso en el Distrito 10 donde no tenemos a figuras jovenes que defiendan las necesidades de los TEA, y estamos desamparados políticamente.