A lo largo de estos seis meses que duró la estadía de los participantes de “Gran Hermano” en la casa en Buenos Aires, una figura en especial llamó la atención de la prensa y de sus seguidores en el transcurso de los días, y al mismo tiempo, se cuestionó su uso por parte de la producción para atraer audiencia en la medida en que llegó competencia al camino.
Constanza Capelli es una figura tan amada por fuerzas feministas y progresistas dentro de las redes sociales, como también odiada dentro de la facción más duramente farandulera de las mismas. Sin embargo, sus seguidores han demostrado tener más fuerza que sus detractores y, por lo mismo, hoy se posiciona como gran favorita para ganar el reality show.
Sus aciertos y errores se resumen en el cariño que recibió en cuanto a los gritos afuera del lugar donde se desarrolló el cautiverio televisivo, pero también con la bullada pelea entre ella y “Pincoya”, que terminó con la relación rota entre ambas, la cual solo se recompuso en estos días previos a la gran final.
Ella se reconoce a sí misma como una persona que debe mejorar sus conductas impulsivas, y es en ese sentido cuando su fandom ha responsabilizado a la producción del reality, liderada por Carlos Valencia, de provocar a propósito los arrebatos para así tener más audiencia ante “Tierra Brava” de Canal 13.
Asimismo, ella reflexiona sobre su pasado como adicta a las drogas, en donde se sinceró sobre los pensamientos negativos que tuvo y los intentos de atentar contra su vida. En conversación con Diana Bolocco, señaló que “era tanto el nivel que yo deje un poco el trabajo de lado y mi vida fue decayendo tanto que tuve que mentirle mucho tiempo a mi mamá”.
La fuerza de sus seguidores se basa en las “Conytones”, que hasta ahora han resultado pues han servido para precisamente eliminar a los más polémicos participantes del tele-encierro televisivo. Por lo mismo, han intensificado su fuerza en cuanto llegue la instancia clave, en la que se perfila como favorita para llevarse el premio millonario, y junto a ello, se posiciona como un rostro dentro de la pantalla chica.