María José López, alejadísima de la farándula y hoy concentrada en sus emprendimientos y en sus estudios de psicología, había hecho uso de sus redes sociales hace dos semanas que se separaba de su pareja, el exfutbolista Luis Jiménez.
De inmediato, los portales y transmisiones enfocados en farándula creyendo que esto sigue siendo 2011 y que la gente les va a creer de buenas a primeras (increíblemente, hay gente que sí les compra todo, y no es poca y a ellos hay que contrastar) empezaron a lanzar sin pruebas una serie de conjeturas al respecto: Que había sido infiel, que hubo una pelea gigante que mermó la relación.
Sin embargo ella, consciente de que los errores del pasado no se pueden volver a repetir, siempre se mantuvo al margen y desmintió todas y cada una de las cosas que se habían dicho por parte de ellos. Tal vez ellos con su experiencia en crear bullying y provocaciones, quisieron (valga la redundancia) provocar una desaireada reacción de la modelo, porque ellos gozan viendo a personas sufrir por cualquier motivo.
Pero “Cote” siempre cauta, tratando de hacer su vida aunque se haga muy empinado el camino. Sin embargo, ella expresó en un directo que muchas veces terminaba llorando en el baño de la impotencia de la ruptura.
Finalmente el 8 de diciembre pasado, día de su cumpleaños número 35, anunció la reconciliación. Triunfó la mesura y la sensatez por sobre cualquier troll con transmisión en Instagram.
Debemos destacar que López siempre se mantuvo públicamente estoica y no fue hasta el mensaje del pasado viernes que reveló la trastienda, y nunca expresó un mensaje violento ni recriminador contra nadie. Fuese el mismo tono de Daniela Aránguiz, ya habrían tres indirectas con canciones de despecho de fondo en Stories, una foto filtrada en la citada función de Instagram y cinco amenazas de todo tipo en Zona Latina. También, por supuesto, habrían jugarretas contra la culpable que se habría inventado de la noche a la mañana, las cuales serían ampliamente difundidas por medios como La Tercera.
No, ella sabe que hay cosas de otros tiempos que no deben volver, por mucho que algunos desearían que así fuese. Al final, queda el aprendizaje y sobre todo, la diferencia.