Y terminó Gran Hermano Chile, un programa que como hemos relatado aquí fue un momento de gran importancia para la alicaída televisión, en parte porque revivió el ánimo en las nuevas audiencias por ver un formato televisivo tradicional, así como la televisión utilizó de manera inteligente las plataformas digitales, lo que ayuda al complemento necesario entre ambos mundos.
Lo que se generó con este espacio no solo demuestra la capacidad tiene la industria de imponer ciertas tendencias y perderle el miedo a las nuevas generaciones, también es una demostración de como son estos nuevos grupos etáreos, sus múltiples inquietudes y la necesidad de ser representados incluso por personas que tienen un comportamiento errático en ciertas ocasiones. También deja claro que estas generaciones buscan figuras nuevas y no dependen de la antigua farándula y sus formas, sino que buscan nuevos símbolos con sus respectivas particularidades.
Pero todo tiene un final y así se percibió en las pantalla de Chilevisión. El fin de Gran Hermano Chile significó una gran merma en su audiencia estelar y la falta de una alternativa para el el público del reality se hizo evidente. El canal de Paramount prefirió buscar a un público más clásico, pero ese público ya eligió su opción y aquella está entre Generación ’98 o Tierra Brava, remanente de la vieja farándula y a la misma vez ser un programa que puede convocar diferentes públicos. Finalmente Chilevisión decidió hacer un enganche con la versión argentina del programa de telerrealidad y transmitirá el estreno de la nueva temporada de GH Argentina, tal vez con esta fórmula puedan nuevamente apelar al público joven.
Lo ocurrido esta semana en CHV demuestra lo volátil que resulta los públicos jóvenes, que no son fieles a un determinado formato y mucho menos a la televisión convencional. El desafío es tratar de buscar alternativas que puedan generarse desde la televisión y que lleguen en un mediano plazo a ser fenómenos más permanentes.