Si nos conoces desde hace mucho, sabrán que en el antecesor de este bien sucedido portal era un férreo defensor del pop femenino, principalmente el anglo. Decía hace diez años (y de hecho lo sigo sosteniendo hasta el día de hoy) que las diosas que habían llegado en ese entonces, y que personalmente arribaron en un periodo personalmente complejo, eran la antítesis de las llamadas “ídolas de farandulandia” que no se destacaban precisamente por sus dotes.
Muy por el contrario, la televisión nos bombardeaba con cantantes que no eran precisamente virtuosos vocales. Si era la época en que Kenita Larraín y Daniella Chávez intentaron incursionar en la música sin éxito, aunque con bastantes plataformas que hoy insisten en verle futuro a sus carreras de manera no irónica.
No obstante, el verdadero talento viene acompañado de una belleza incuestionable y una calidad humana encomiable. Por lo mismo, cuando se confirmó la buena noticia de que Christina Aguilera por fin estará en la Quinta Vergara, para mí fue un deseo cumplido, y sé que para muchos de ustedes también. Además, era la oportunidad para demostrar que una cantante de nivel internacional podía ser igual de exitosa que una novela, un reality o esos tongos que hicieron del periodo 2011-2014 el peor de la televisión en toda su historia.
De tanto intentarlo, se logró
Pero los intentos de tener la preciosa cantante de “Genie in a Bottle” fueron infructuosos desde el 2003. Ya a fines de ese año, se aseguraba que estaban tratando de conseguir su número para el festival de 2004, que los contratos estaban firmados y tanta challa más, pero todo quedó en nada.
Diez años después, el programa “Intrusos” de La Red había revelado que la misma Aguilera estaba a un paso de la Quinta Vergara, que faltaba una firma, pero nuevamente nos quedamos con “falsas esperanzas”, como dijo su canción. A cambio, vimos a los de los “pajaritos en el aire” siendo bien trolleados en Radio ADN.
Pero la tercera fue la vencida y el deseo de uno de los mandamases de Bizarro, la productora que tan cuestionada ha sido su forma de entender el evento, se consiguió.
Una expectativa cumplida con creces
Estamos todos de acuerdo que el pop de hoy no sería lo mismo si no fuera por el que surgió a fines de ciclo, en donde artistas dulces, hermosas y vocalmente virtuosas como Britney Spears, la hoy empresaria Jessica Simpson, la hoy actriz Mandy Moore y la misma Xtina, se apoderaron de los charts y consecuentemente de la Frecuencia Modulada, así como de nuestros oidos y corazones.
Era un momento mágico que ibamos a vivir en esa noche de febrero, aquella que vimos indirectamente a fines de marzo de 2000 cuando ella llenó el vacío de un invitado que se cayó en ese especial de “Viva el Lunes” premió al debut de Chile en esas magras clasificatorias para la Selección.
Había cierto miedo por las actitudes que podría tener, debido a la mala experiencia de Maroon 5. Pero felizmente la hermosa cantante también demostró ser muy cercana y dar un show impecable, de principio a fin, lleno de éxitos y que no tuvo nada que envidiarle a los shows del medio tiempo del Superbowl.
Pero su simpatía y encanto no se quedó solo en la Quinta Vergara, sino que en los días de sus dos conciertos en el Movistar Arena hizo pequeños grandes gestos que ennoblecen al pop femenino. Mandó a su marido a conseguirle donuts y pizza a quienes la aguardaban en el hotel donde se hospedó en Santiago.
¿Quedó claro? El pop sí marca
Un éxito rotundo que también se reflejó en la audiencia. El show de Christina Aguilera fue la presentación musical más vista de un evento que tuvo un buen rendimiento artístico, pero que en lo organizativo fue francamente deplorable.
Fue la noche de la mayor sintonía con un promedio de 29 puntos, mientras que su espectáculo en sí tuvo excelentes 35,7 unidades con peak de 39,4 tantos.
De esta manera, se derriba el mito de que la gente no quiere ver música o que el pop no rendiría en la televisión local. El público no es tonto y sabe valorar no solo lo encantadora y bella que es Christina, sino que también su desplante escénico y vocal. Sin duda, dejó una vara que será muy difícil de superar por parte de Men at Work, la carta anglo de la siguiente versión.
Así que a no perderle miedo al género que alegra los corazones del mundo. Casi 40 puntos de audiencia así lo certifican. Sin música, la vida sería un error y la tele sería monótona, incurable y hasta pacata si así lo prefieren.