Y llegó no más la temporada estival, y junto con los veraneantes y los teams a las diversas playas de Chile, nuestros ubicados también arribaron con camas, petacas, quitasoles y mucho bebestible para estos calurosos días en la costa.
La ubicada: Cony Capelli en “Contigo en la mañana”

Veamos el lado positivo: Al menos en esta “temporada baja” se ha estado apostando por rostros nuevos, aunque ahora estemos en la nada nostálgica de los rellenos tan particulares de los matinales locales. Es tiempo de experimentaciones, y si funciona, venga la renovación.
Es por eso que en este periodo, vemos sumamente positiva la irrupción de la ganadora de “Gran Hermano Chile” como notera del matinal de Chilevisión junto a Gino Costa. Es un aire fresco en medio de tanta pauta vinculada a la delincuencia, a la extrapolación del problema y no de la solución, junto a la discusión política entre figuras repudiables de ambos sectores políticos, en donde solo sobresale quien grita más fuerte.
Capelli, guste o no a la masa, debemos destacar algo: Es un rostro joven, ha demostrado desplante televisivo, sea como entrevistada como también siendo notera. La juventud la quiere, eso no cabe duda. Por algo ganó el reality. Y por algo en Chilevisión confían en lo que puede entregar.
Quizás, si la presunta alianza festivalera entre CHV y Canal 13 se materializa, la veamos por todo lo alto. Hay algo bueno: Ya no hacen farándula como para que se desperfile.
El desubicado: Gabriel Alemparte

En mis tiempos de “termo tevito” pensaba desde mi idealismo o búsqueda de definiciones que el término “telebasura” solo se remitía a reality shows, programas de farándula y espacios de dudoso contenido como ciertos estelares de humor creados sobre la marcha, con el único pretexto de justificar el sueldo de ciertos animadores del Festival de Viña cuyo talento merecía más.
Eso… hasta que apareció “Sin Filtros”, un programa horripilante que ha denigrado el debate político y donde ninguna persona que tenga mesura y calma dentro de la cada vez más republicanamente tóxica política nacional debería ir. Ni siquiera para intentar jugar a la goleada de visita. Han habido panelistas que justifican su pobre nivel como Lucas Crespo (sí, de ahí salió), que cree que “Gran Hermano” se trata de quién tiene el mejor hermano; o Magdalena Merbilhá, periodista e historiadora cuya personalidad culta en Radio Agricultura no se condice con el tristemente célebre performance de “y la molotov sí”.
Sin embargo, esta semana Gabriel Alemparte, un exbacheletista despechado con el síndrome de Daniela Aránguiz, ha expresado nuevamente por qué se degradó a una persona miserable y sin alma, que es capaz de hacer cualquier cosa para dañar: Le preguntó a Valeria Cárcamo, en vivo y en directo para la televisión, si alguna vez fue violada o si hizo la denuncia, en una escena triste y denigrante para la pequeña pantalla local. Y eso que era difícil superar la humillación a la que se sometió una modelo en 2013 cuando se burlaron de su denuncia de abuso sexual y revelaron su nombre a pesar de que una medida cautelar lo prohibía.
No basta solo con la denuncia respectiva en el CNTV, también hay que presionar a los auspiciadores que son marcas clase B, pero que sostienen el financiamiento de un programa cuya productora, vinculada a Sebastian Eyzaguirre, tiene líos financieros y hasta acusaciones de maltrato laboral. Y en el caso de Cárcamo, una de las figuras sensatas que debe enriquecer el bajo nivel de nuestra política, no puede quedarse callada ante esta denigración. Por supuesto que acá la apoyamos, no solo por afinidad sino que por un tema de humanidad, y eso trasciende los colores políticos de cada uno.
A la vela: Yanina Latorre y Cinthia Fernández

Nuestra prensa farandulera tiene el poco honroso status de ser una de las más conservadoras del mundo, junto con la peruana y una facción republicana de la gringa, ustedes saben, esa que juzgó tanto a Britney Spears que hizo que la princesa del mundo se mandara un Greta Garbo, un César Antonio Santis. Lo vemos todos los días en portales que cuestionan por ejemplo a Eskarcita y sus shows y bailes.
Pero eso no es nada distinto comparado, por ejemplo, a lo que hace el conservadurismo farandulero español que se irrita con los bailes de Aitana en su tour (que a sus fans les encanta, y yo fui testigo de aquello en el Movistar Arena acá en Chile), pero también en el argentino, que tiene varias facciones.
Esta semana, a estas dos panelistas del farandulismo argentino no se le ocurrió nada mejor que denigrar a Luciana Salazar. ¿El motivo? Preguntarle de qué vive o si trabaja o no.
Ni en los tiempos de la santa inquisición se vió tamaña humillación hacia una mujer, que por cierto, personalmente me cae extraordinariamente bien. Es más, considero que no corresponde preguntarle esto cuando la misma está viviendo un litigio judicial contra su exesposo por el no pago de pensión alimenticia, y además le ha costado un montón reinsertarse en un mundo en el que el caso Silvina Luna ha demostrado que puede ser igual de tóxico que el local.
Y es más lamentable cuando la pregunta viene de una persona como Fernández, que también batalla por la deuda alimentaria. En todo caso, no se puede esperar menos de dos ferreas militantes del ajuste del señor peluquín con caspa.