Está claro que “Tierra Brava”, a pesar de que no causa el mismo efecto sociológico de otros realities, es un éxito. Pero más allá de las críticas que siempre abundan hacia los reality shows, sí hemos podido constatar que este reality ha servido para algo: Quedó en evidencia, como nunca en otras instancias, cuales son los errores y horrores que han hecho que la farándula pierda el poder psicosocial que ejercía sobre nuestra televisión.
Es tremendamente satisfactorio observar como por ejemplo Junior Playboy, a quien cuando se hizo famoso la prensa lo destacó como un ser adorable y pintoresco dentro de su folclor, terminó en la palestra con gestos y comentarios aberrantes hacia las mujeres. Desde los lamentables comentarios hacia Pamela Díaz burlándose de su separación, hasta el olerle la ropa interior a sus compañeras de encierro, e incluso fregarse las empanadas en preparación en sus axilas. ¿Esto era lo que la farándula aprobaba? ¿Eso era lo que se vendía en la misma prensa como algo rupturista?
Del mismo modo, también Miguelito ha caido en imagen positiva pues su valoración como comediante se esfumó al mostrarse como un ser violento, intolerante, trolleador pero que no aguanta cuando alguien se burla de él.
¿Es esto acaso una mala copia de “Chicas Pesadas”?
No obstante, y como un reality polemista que sabe apreciarse como tal, la presencia de Pamela Díaz ha sido sumamente cuestionada. Es irónico pues había causado buenas impresiones en su faceta como entrevistadora en “Sin Editar”, que el verla en un encierro mostrándose distinta a lo que proyectaba en YouTube no te lo explica ni un científico.
Las denuncias ante el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) así lo han constatado: Ha sido objeto de críticas por ejercer bullying psicológico y físico hacia “La Chama”, que a estas alturas termina siendo otra símbolo de los hostigamientos, como lo fue Dominique Lattimore que luego del insulto racista de Oriana Marzoli terminó alejándose del medio.
Lo mismo ha ocurrido con Daniela Aránguiz, quien fue tratada como una popstar en su arribo y terminó transformando un ambiente que era dentro de todo tranquilo, en sencillamente el más tóxico de los ambientes. En consecuencia, su matonaje -que es a diario endulcorado por la prensa del género- también se ganó diversas denuncias ante el organismo de Providencia.
Tomemos en cuenta que la lógica del farandulismo es “No importa que hablen mal o bien de mí, sino que hablen”, así han construido carrera y justificativos a sus actitudes, que a nosotros no nos parecen. Ahora, ¿Cuándo resistirá este leit motiv? ¿Será hasta que una participante colapse? ¿O cuando salga algo más brutal respecto a estas figuras faranduleras?