Ya no tiene la sobredimensión que tuvo en otras épocas, donde el piscinazo era el punto cúlmine de una dinámica festivalera que comenzó a fines de los setentas, mucho ántes que Raffaella Carrá, y que hoy está como nació: Como una mera anécdota.
Y es que fuera del nicho farandulero que es reconocido consumidor de estos espacios, poco y nada importó que Naya Fácil y Nicolás Solabarrieta fuesen los ganadores de los Embajadores de Viña, competencia que hoy está a cargo a plenitud del Diario La Hora.
El hecho de que solo difusores de dicho género televisivo, que hoy no es ni la sombra de lo poderoso que fue en décadas pasadas dentro de la industria y que en la actualidad solo se sustenta en canales de baja audiencia como Zona Latina, se manifiesten orgullosos en ambos influencers, da cuenta de cómo ha perdido el brillo algo que era habitual y hasta sobredimensionado.
Naya viene arrastrando las cargas de su pasado, se hizo famosa en redes sociales por videos donde se mostraba drogándose y haciendo cosas que ni por lejos eran osadas, como hacer un topless dentro de la iglesia. Ha tenido diferentes causas con la justicia y hoy es anunciada como participante de “¿Ganar o servir?”, el nuevo reality de Canal 13.
Mientras que el hijo de Fernando e Ivette, tras su fracaso como futbolista, quiso una oportunidad entrando a “Tierra Brava”. Conquistó el corazón de “La Guarén”, sin embargo sus polémicas sucesivas no hacen más que generar una animadversión dentro de la industria televisiva.
En ambos no es un currículum del cual deberían enorgullecerse. Los escándalos de antes son difíciles de olvidar en los usuarios más críticos de cómo el farandulismo instala a sus figuras. ¿Hay talento? Deberán demostrarlo con el correr del tiempo y que los escándalos viralizados son cosa del pasado.
Por ahora, el regocijo solo se encuentra en los nostálgicos, mientras Viña sigue su curso. Para muchos, incluso Luciana Salazar tenía mucho más glamour y clase que la blonda. Y llegar a dicha conclusión es súper “fácil”.