Cerca de la 01:30 de la mañana, mucho más temprano que lo que habituan aparecer los artistas de la última noche, apareció la esperada cantante brasilera Anitta.
Larissa do Macedo, quien brilla con luz propia desde la década pasada en su país y que decidió salir de sus fronteras para ser una artista global, transformó la Quinta Vergara en el Sambódromo de Río de Janeiro.
Y arribó con un componente que hace falta en la televisión chilena: El destape. Ese que fue el temor de los llamados “teocráticos” en los ochentas y que “El porvenir de Chile” se encargó de sabotear en otras décadas.
Con un show de alto nivel, la carioca hizo gala de su belleza y su humildad, ingredientes que la hicieron llevarse varios fanáticos en el mundo. Con bailes, acrobacias y mucho twerk, la cantante nos brindó el momento más destapado de la televisión chilena de este año, y quién sabe si de los últimos años, en una pantalla que aún no saca sus fantasmas conservadores.
Y es que lamentablemente, con la poca presencia del pop -tanto chileno, latino y anglo- en la televisión local, no estamos acostumbrados a ver un nivel de osadía que los brasileños tienen plenamente en su televisión, incluso desde los ochentas a través de sus telenovelas o en programas de “auditório”.
El bochorno de los animadores
Con merecimiento, Anitta se llevó la gaviota de plata, sin embargo no alcanzaron a darle la de oro. La información preliminar era que se había ido raudamente de la Quinta, pero todavía estaba ahí y así lo manifestó en el “Social Room” que se exhibió después de la jornada.
Muchos le endozaron a Pancho Saavedra y María Luisa Godoy la irresponsabilidad al no saber explicarle a la cantante que existía otro premio, por una falta organizativa de los mismos. Ni mucho menos se lo entregaron cuando le dieron la de plata.
Las redes sociales hierven y con justa razón, pero en todo caso la no-entrega quedará para el anecdotario. Anitta, quien ayudó mucho a que Bolsonaro no ganara la reelección y que además es una ferrea defensora de la floresta amazónica, se llevó el cariño de los cariños y nos enseñó una palabra que habíamos extraviado hace años: El destape. Ese que en dictadura tuvo oscuras motivaciones, y que en los noventas y dosmiles muchos sabotearon, desde el Consejo Asesor de Canal 13 en 2003 hasta el directorio de TVN en esa misma década, y que ahora se implora más que nunca. Sino, el pop no sería pop.