Estamos en concordancia en la tesis de que “La caja de Pandora” fue un programa que nació muerto desde sus cimientos: Se prometió que iba a ser el primer espacio que iba a ser conducido nada más que por una Inteligencia Artificial (IA), pero solo se quedó en la idea.
Luego, uno de los conductores iniciales del espacio se fue acusando lo que dentro de La Red es un cuento de nunca acabar: El atraso, o derechamente, no pago de sueldos dentro de la productora a cargo del estelar de conversación.
Como sea, han intentado ser de todo. Desde alejarse de la polémica y comentar temas triviales, hasta acoger a dos miembros de la Fundación Nueva Mente (FNM) de Teresa Marinovic para opinar sobre actualidad, como Mara Sedini y Óscar Céspedes, que tiene de rockero lo que también tiene de nazi pues en tenía un espacio en el canal de YouTube del mismo think-tank donde figuraban algunas de sus simbologías.
Ahora, el escándalo de Francisco Kaminski en donde fue infiel a su esposa Carla Jara engañándola con su colega, la sampedrina Camila Andrade, complica aun más a un franjeado que persiste en una pantalla muerta (ni siquiera fría, sino que sin signos vitales) y con apenas 0,1 puntos de rating.
Ni la llorada cobertura que le hicieron a Sebastián Piñera tras su accidente, en donde lo definieron como “un gran estadista” queriendo hacernos olvidar el rol opositor que tuvo el canal 4 de Quilín contra sus dos cuestionados gobiernos hizo que la señal destacara por algo que no son “manotazos de ahogado”. De ahí que se cuestiona no solo el hecho de la presencia de espacios de baja alcurnia y otros que no son más que programas culturales financiados por el CNTV, sino que el hecho de que se busque hacer cualquier cosa para que se destaque.
Marcelo Pandolfo puede decir que “sobre mi cadaver el canal se va a la quiebra” pero no puede negar la realidad. Si La Red quiere volver a ser lo que él mismo vió nacer en mayo de 1991, debe pensarlo dos veces antes de dar cabida -por mucho que sean necesarias las lucas- a proyectos de programas poco serios y en donde no hay un norte claro. Y eso es precisamente “La caja de Pandora”, que tiene la misma calidad de una señal comunal de esas que solo persisten en el submundo del IPTV, más que de una estación de alcance nacional.
Una lástima sobre todo por Andrade, que ha demostrado encanto y simpatía en sus incursiones televisivas y lamentablemente, el hecho de estar en ciclos de bajo órden la expuso a esto que le resta para una carrera que esperaba despegar por todo lo alto. Y que lo diga Paloma Aliaga, que nunca más volvió al medio tras un caso similar de infidelidad.