El pasado jueves, el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, convocó a una conferencia de prensa para dar su opinión sobre la audiencia de formalización en su contra que está llevando la fiscalía. Jadue sorpresivamente canceló la conferencia por “problemas técnicos” y finalmente otorgó declaraciones al día siguiente. Si bien esto puede sonar solo como una anécdota, esta es un nuevo episodio que demuestra un nuevo desaire del alcalde Jadue con los medios de comunicación, al que acusa de persecución ideológica.
Es muy cierto que los medios en Chile, sobre todo los escritos, pertenecen a un sector ideológico muy marcado y estas han influido en la forma de como cubren determinados casos de corrupción por sobre otros, pero más allá de estos hechos, el papel cometido por Jadue se ha excedido al de otros timoneles, llegando a denunciar al diario La Tercera y a su periodista Leslie Ayala por entregar información en torno a la investigación que el Ministerio Público está realizando en contra del edil de Recoleta.
Más allá de que la actitud de Jadue parece excesiva, nos parece que el alcalde también mal interpreta la opinión que el público tiene de los medios de comunicación, diciéndolo en fácil ¿Por qué Jadue teme tanto a los medios tradicionales si estos tienen tan poca credibilidad?
Los últimos sondeos realizados por la PUCV arrojan resultados que teníamos por cierto pero sin una comprobación certera que diera por cierta la hipótesis de la baja credibilidad de los medios de comunicación, así como la concentración de estos medios en unos pocos grupos de presión. Aún así, hay personajes que creen que los medios son un lobo peligroso al cual la población le merece respeto y acude a ellos para informarse, pero en realidad hoy son mal vistos por el público. Entonces, ¿por qué ciertos rostros de la izquierda y el progresismo siguen con la idea de los medios como entes que dominan la opinión pública a través de su supuesta credibilidad?
Si bien hemos promovido desde esta tribuna la necesidad de tener un ecosistema de mayor pluralismo en torno a los medios tradicionales, también entendemos que la credibilidad y la formación de opinión por parte del público se generan a través de otras plataformas e incluso a través de las experiencias compartidas en el diario vivir. Pensar que los medios tienen la misma influencia que hace treinta años atrás es interpretar erradamente a la opinión pública. Términos como el duopolio o “El Mercurio miente” hoy son más consignas para defener posturas ideológicas más que una verdadera interpretación de la visión que tiene el público con los medios.