Para uno que se crió con grandes programas de televisión y que lamenta el deterioro que aún se sigue pagando caro, pensé en dudar si escribir o no esta editorial. Personalmente ayer me puse a deambular por la Avenida Providencia buscando explicaciones y ordenando ciertas ideas, por eso la editorial que debí haber escrito ayer como parte de la sección dominical, que finalmente es esta, no salió.
Pero finalmente decidí hacer esto, porque es peor callar. No habia estado nunca indignado con la televisión chilena como la semana que pasó. Lo sé, a ustedes también lata y me quedó claro ayer en un nuevo capítulo de “Sintonía Fina” al cual agradezco la sintonía que recibí, en donde además obtuve un gran apoyo por mis palabras que, sin duda, salieron de mi alma. Por supuesto, guardando el debido respeto hacia las personas. No olvidar que deshumanizar o insultar es seguir el juego de esta persona y nosotros queremos ser lo opuesto a lo que ella representa.
Sin embargo, se ha demostrado durante toda la semana quien tiene el poder de la agenda televisiva, quien define los lineamientos, dicta órdenes y mandatos dentro de la industria. Daniela, Danielita, Danielona. Ella es la dueña de la pauta de los matinales, quien ha generado ambientes tóxicos en los programas donde participó y aun así, con el poder que ella tiene, ha puesto a toda una industria a su favor en una disputa imbécil que hasta me atrevería a decir que es ideológica. Claro, atacan a Maite Orsini por ser ella y tener las ideologías que tiene. Si se tratase de Camila Flores o Chiara Barchiesi, no sería destemplado el trato como el que le brindan.
El rating de “Podemos Hablar”, un programa que ha decaído en contenido y que ha premiado a Daniela, Danielita, Danielona, tras esa burla hacia la parlamentaria donde además especuló que era drogadicta y hasta “mogólica” (nada más alejado de la realidad) solo refleja que la televisión se quedó solo con su público, que es el que sigue viendo televisión abierta a pesar de todo. Y quien quiera hacer algo distinto deberá pensar fuera de la caja.
Hemos sido afortunados. Alcanzamos a ver desfilar a grandes estrellas. Las que se traían de afuera como Nana Moskouri, Claudia Schiffer, Franco Nero, Anthony Quinn, Omar Shariff, Sabrina Salerno, Debbie Gibson, Barry White, Air Supply, Samantha Fox, Esther Cañadas, Valeria Mazza. Incluso las que se creaban acá, pues fue en los noventas donde hubo una explosión de rostros de gran nivel, tanto en la actuación como en la música.
Hoy, nada de eso queda. Los faranduleros fueron peores que los tiguerones invadiendo los estudios de TC Televisión y hoy han logrado volver a instalar a su gente, sus códigos y sus discursos de odio, ataques, acosos y derribos contra figuras que, si bien han cometido errores, de ninguna manera se merecen el trato destemplado (endulcorado con algo de sesgo ideológico) que han recibido hoy y que ha motivado que los matinales, en su afan de dejar fuera otros temas como el caso de Mauricio Ojeda, hayan privilegiado a Daniela, Danielita, Danielona, a tal punto que incluso la entrevistaron mientras ella manejaba. Y eso que aún no sabemos el sueldo que se llevó a su bolsillo por ir a “PH”.
Quienes quieren hacer algo distinto deberán pensar fuera de la caja. Ya hay mucha gente que está generando contenido. Ojo con la explosión de canales de YouTube en Argentina ya que tienen una estructura muy interesante que es capaz de abarcar una infinidad de temáticas. De hecho, uno de ellos llamado “OLGA” fue capaz de hacer un especial de su matinal con un recital de Los Redondos con la participación de grandes figuras de la canción. Eso es contraprogramar, es hacer algo distinto fuera de los convencionalismos y conservadurismos de la televisión lineal.
A veces no basta con aferrarse al recuerdo. Hay que hacer lo mismo pero mejor. Y eso ya se está haciendo en internet mientras en la televisión lineal lo hacen todo pésimo que ya hasta desalienta. Solo queda no solo mirar atrás, sino que fuera de nuestras fronteras. En el momento en que se realiza esta editorial, la Globo de Brasil exhibirá esta noche el histórico concierto de Madonna en Copacabana, auspiciado por un banco local con presencia también en nuestro país. Esto pasa cuando tienes una industria seria, que hace una televisión seria y responsable, en donde también se aprende de sus errores.
Ciudadanos de esta comarca, la televisión chilena ha muerto. Fueron 67 años de historia que han acabado de mala manera, tras un cúmulo de errores que tuvieron su climax además la semana pasada con la innecesaria cobertura que se le dió al atentado contra Carabineros. Despidámosla como se merece.