Si hay algo del cual se puede criticar a la farándula es por hacerle un daño inconmensurable a la reputación de determinadas figuras, ya sea por personalismos o por diferentes factores que solo están en las conciencias de generadores de contenido vinculados a tan tóxico mundo.
Sin embargo, de todos los ataques graves gravísimos que se le han hecho a algunos rostros, quizás uno de los más deplorables si los hay es el que le realizaron a mediados del año 2004 a Lola Melnyck, cuya herida volvió a abrirse durante esta semana desde el Instagram de la modelo, hoy convertida en celebridad en Brasil.
Todo empezó cuando la rusa declaró que no quería nunca más regresar a nuestro país. “La verdad lo que viví en Chile fue lo peor de mi vida, entonces es claro que no le tengo cariño absurdo a esa época y que no tengo ganas de volver, ni nada por el estilo”, declaró en sus historias de Instagram.
Como los usuarios de Instagram no conocen la empatía, en un arranque de chauvinismo mal entendido se dedicaron a postearle recetas chilenas, a lo que ella reaccionó hablando de comida peruana.
No obstante, Melnyck expresó el por qué: Hace veinte años, un reportaje de La Nación Domingo acusó a la modelo, entonces parte de “Morandé con Compañía”, de ejercer la prostitución mientras trabajaba en Argentina. La prensa farandulera nunca supo probar tamaña acusación, como declaró en una entrevista exclusiva a “Primer Plano” (Chilevisión).
“No es que yo diga que no he ejercido: se comprobó que yo no he ejercido. En aquel momento no me sentí ofendida, ¡me quería morir! Porque salía a la calle y encontraba unas portadas de este tamaño, en todos los lugares del mundo, en todos los quioscos. Aparte que buscan siempre una foto más polémica, con menos ropa, y unos titulares absurdos, del tipo ‘¿por qué nos mentiste Lola?’. Y tú dices: ‘¿En qué mentí? ¿Qué pasó? ¿Qué hago?’”, comentó.
En efecto, el trato que recibió de parte de la prensa farandulera fue sencillamente humillante para Lola. La revista TVyNovelas, por ejemplo, acostumbraba a hacer chistes de doble sentido, sustentando de esa forma la tesis que la periodista de LND, que si no nos equivocamos se trataba de Laura Landaeta, había deslizado sin siquiera contrastar la información entregada a los lectores del periódico.
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Hasta la fecha, nadie del periodismo farandulero ha sido capaz de ofrecerle disculpas a la rusa, ni desde los programas ni medios que la defenestraron. Esa es quizás la herida que aún no cicatriza, y que es otro de los manchones del cual el citado género televisivo no ha querido manchar meramente por falta de voluntad. De hecho, mientras Melnyck aún carga con acusaciones de ocupaciones que nunca realizó (y por eso la molestia que tiene con nuestra sociedad), quienes hicieron las incomprobables acusaciones siguen en el medio impunemente.