Esta editorial iba a ser publicada en la semana en que cumplimos nuestros primeros seis años. En 2018 estabamos esperanzados con este medio, que era la evolución de otro sitio anterior, en el que teníamos ganas de darle otro enfoque a cómo se cuentan los aciertos y errores de la televisión chilena.
Sin embargo, el panorama hoy por hoy es sencillamente desolador, pues tanto la prensa televisiva como el entretenimiento han demostrado ser mediocres. ¿Hay una palabra peor que mediocre? Lo dudo.
Para empezar, vemos con mucha preocupación como los sistemas informativos de cada uno de los canales abiertos ha invisibilizado por completo lo ocurrido con la “Operación Topógrafo” y cómo un grupo de figuras políticas de derecha, reitero, de derecha, han estado interviniendo flagrantemente el Poder Judicial, lo que explica las desproporciones entre los casos de Daniel Jadue y Cathy Barriga.
En la semana en que se conoció el reportaje a través de Ciper Chile, los matinales que hicieron una verdadera cadena nacional cuasi-celebrando la caida del alcalde de Recoleta, sencillamente pasaron de largo este tema. Lo más ordinario se vió el día 7 de junio pasado, en el que José Antonio Neme instaló una infinidad de temas para que no se tratara el hecho, desde la realeza británica hasta el look de Melania Trump.
A pesar de que se conocieron ciertas aristas, hasta el día de hoy no ha sido tema, ni porque el mismo Mario Desbordes, que ha estado implicado en el Caso, ha optado por atacar al mensajero y no a desmentir el mensaje. Por el contrario, se han inventado temas hasta en lo imposible para hacer un verdadero bloqueo informativo.
Como estudioso de la historia de la televisión en diferentes países, cuando una televisión se coordina para hablar de literalmente cualquier cosa en vez de lo sucedido con el exministro y actual candidato a alcalde de Santiago, despierta sospechas que tienen asidero. En los años ochentas, en México, Televisa a través de su noticiero “24 Horas” dirigido y conducido por Jacobo Zabludovsky era el vocero de las políticas de los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Nunca se ocuparon de figuras opositoras, y cuando lo hacían, era para pegarles.
La manipulación y parcialidad a favor del entonces oficialismo que gobernó la nación azteca por 70 años y fracción ha hecho que muchas figuras cuestionen la poca equidad. Heberto Castillo, excandidato a las elecciones fraudulentas de 1988, no titubeó en calificar al ya fallecido conductor de “maestro de la indignidad”.
Lo mismo ocurrió en Perú, entre los años 1997 y 2000, en el que la dictadura con votos de Alberto Fujimori compró la linea editorial de los principales canales de televisión a través de un hombre temido como Vladimiro Montesinos, quien ofrecía fajos de dólares en un maletín para ofrecer un apoyo descarado al “chino” en la reelección que ganó, también ilegítimamente. Cuando se ocupaban sea de Toledo, Andrade o cualquier figura opositora, lo hacían para difundir falsedades. Incluso hubo programas dedicados integramente a aquello, como fue el caso de “Hora 20” de América Televisión.
No solamente en lo informativo, la nación incaica vivió una ola populachera que tuvo repercusiones en nuestro país. Los programas de los cómicos ambulantes y los talk shows, encabezados por el de Laura Bozzo, sumado a la chabacanización de su farándula, fueron la tormenta perfecta para el sentido común y del respeto al pluralismo que todos los medios debemos tener. Todo se acabó cuando comenzaron a aparecer los “Vladivideos” y el resto es historia.
Acá en Chile la situación es similar. Los canales en manos de grupos económicos se han concertado para derechamente no hablar de la “Operación Topógrafo” en las pautas de sus matinales, sin embargo tienen cámaras desplegadas donde haya un narcotraficante o una pandilla de maleantes, o donde haya una fiscalización entorpeciendo la labor de los oficiales o encargados del MTT, o donde sea que Daniela Aránguiz esté ejerciendo la violencia y el acoso hacia Maite Orsini, todo bajo el amparo de la misma industria.
Y no me pueden decir que no ya que el Replay de los operadores puede facilitar mucho la labor investigativa, por lo que es indesmentible que hayan pasado por alto deliberadamente este hecho.
Querámoslo o no, aún hay muchas personas que se informan con la televisión, y si lo dice ella entonces es verdad. Como en la dictadura, en donde se vendió la devaluación de la moneda de 1982 como un aliciente a mejorar la economía, como también se criminalizaron las protestas de los dos años siguientes, incluso censurando mediante bandos a emisoras opositoras.
Los que creemos en el pluralismo de los medios de comunicación, en la crítica sensata y mesurada, y que al mismo tiempo hemos investigado las distintas realidades de países que vivieron procesos políticos similares, tenemos derecho a estar preocupados.