Es un hecho que con las “pobrémicas” de figuras de baja alcurnia como Daniela Aránguiz y otras que han levantado de la nada como Natty Chilena y Miau Astral, la farándula quiere recobrar su poderío como amo y señor de la televisión, que podía decidir qué programas iban o no, y qué rostros formaban parte o no. Perfectamente entendible si no fuera, entonces, que la señal de la televisión en este caso es que como no son capaces de crear cosas novedosas, no queda otra que buscar respuestas en el pasado.
En concreto, que Canal 13 esté trabajando en resucitar un franjeado al estilo de “Alfombra Roja” como Mega, que está tanteando un estelar farandulero con Cecilia Gutiérrez (quien recordemos, este año se burló de la salud mental de Luis Slimming) y Francisca García Huidobro, demuestra que nuestra pequeña pantalla en crisis se olvidó de ser genuinamente creativa, por lo que habrá que ir por lo fácil.
El problema es que hoy no hay rostros o mejor dicho “personajes” a los que se pueda exprimir hasta el colapso mental: Nicole Moreno hoy está tranquilita dentro del fisicoculturismo, Cote Lopez está estudiando sicología y hasta estrenó un podcast, Valentina Roth (una que ha sido víctima del cabronismo del gremio farandulero) está dedicada en su maternidad y otros quieren olvidarse de lo que alguna vez fueron para intentar rehacer su vida.
Lo único que queda es lo que nos “regalen” los realities del 13, que ya han demostrado repetir la receta tóxica de los encierros de Mega. Y aquí entra otro problema: Lo que dió rentabilidad ayer, dudo mucho que lo haga hoy en día.
Seguramente usted se ha enterado, por este portal u otros del estilo, de las millonarias pérdidas de la industria televisiva: Más de diez millones de forrado financiero que dudo mucho que puedan recuperar repitiendo lo que en 2011 causó lo que fue el peor momento de la industria en el país.
Además, pensemos en algo que tampoco debemos olvidar: El showbusiness farandulero local quiere asemejarse al argentino, pero por último las figuras del otro lado de la cordillera pueden caerte bien o no, porque por último han logrado construir carreras sólidas y hasta ser referentes, resistiendo los ataques de la prensa rosa local. La diferencia es que acá no sucede nada de ello: No hay una capacidad genuina de progreso fuera de la farándula, y quien quiera desafiarlo recibirá la furia de quienes lo hacen.
Nos hubiese encantado que la televisión nos ofreciera algo más que el regreso a los tongos, pero esto nos demuestra que ante la baja de la publicidad y la preponderancia de lo digital, nuestros canales tiraron la toalla. Lo bueno es que nosotros no lo haremos.