Los últimos estados financieros de las estaciones de televisión no podían ser peores. Salvo Mega, todos los canales reportaron fuertes pérdidas durante el pasado trimestre y las cosas no se divisan positivas para las televisoras, que sin grandes proyectos en carpeta están viviendo el día a día para lograr una cada vez más exigua sintonía.
Ya hay grupos generacionales enteros que han abandonado la televisión, pero el agravante más doloroso es que las generaciones que acompañaron a la pantalla chica por décadas también están emprendiendo este éxodo. La televisión solo cumple roles de gran masividad en los momentos de tragedia (los cuales agrandan para justamente lograr una mayor capacidad de retención) así como en eventos deportivos de consideración, incluso en estos últimos corren con una tremenda desventaja en desmedro de la televisión por suscripción, quien logra obtener la mayor parte de los partidos.
Debemos empezar a pensar seriamente en una reestructuración importante de la televisión abierta como concepto, y entender que esta ya no será el principal instrumento de entretención masiva. En el intertanto, vivirá un proceso donde algunos participantes lisa y llanamente desaparecerán, o mantendrán un papel que bordea lo intrascendente e incluso lo ridículo, esto ya lo podemos apreciar en las estaciones chilenas de Albavisión cuyo papel en la industria no tiene consideración. Pero el problema también radica en la competencia de los “cuatro grandes”, ante una torta publicitaria cada vez más reducida, es probable que el actor público deba experimentar una transformación para seguir desempeñando su rol de unir a los chilenos, esta vez cumpliendo funciones diferentes a las que hacen los actores tradicionales de la industria y probablemente, con un financiamiento que se aparta de la publicidad convencional.
Pero ya existe un ejemplo de un aterrizaje hacia el papel secundario que tomará la televisión abierta en la vida cotidiana, me refiero a TV +. La estación que reemplaza la señal tradicional de UCV-TV ha mantenido una buena parrilla de programación local de bajo costo, con figuras que si bien ya no se encuentran en el apogeo de sus carreras todavía mantienen altos niveles de recordación y asumiendo que ya la televisión tradicional no se puede realizar con grandes pretensiones. Además, fueron lúcidos en ofrecer de mejor manera la oferta de la televisión digital terrestre ofreciendo varias señales, entre ellas una reservada a la señal universitaria porteña que dio puntapié inicial a la televisión chilena y que mantiene un aporte cultural relevante.
Sin dudas que las “grandes” estaciones no querrán nivelarse al estatus del canal de Avenida Kennedy, pero es necesario que tomen decisiones trascendentales claras. Estas van desde la propiedad de las señales, pasando por el modelo de negocio y la oferta programática que presentarán al público. Estas decisiones deben tomarse con una necesaria prontitud, debido a que la inversión publicitaria cada vez se hará menor para el rubro televisivo. Después de diez años de crisis, ya es necesario que la televisión analógica reconozca que ya no cumple el papel que tuvo y que es necesaria una vuelta de tuerca. Seguir con la indefinición solo resaltará las decisiones erróneas que se han tomado y se reflejan en el descrédito que hoy presentan los canales de televisión en los diferentes sondeos públicos.