Como se ha informado con anterioridad en este portal, la televisión es por lejos el medio de comunicación menos creíble del país, y las causas y motivos las conocemos todos: Apego férreo a figuras polémicas, desinformación y acusaciones de parcialidad a los mismos (principalmente a Canal 13 y Mega), sumado a periodistas que son más justicieros y predicadores, que buscan más que contar las noticias, a su vez ser parte de ellas.
La última Encuesta CEP le dió solo un 13% de confiabilidad en el universo de encuestados, lo que reafirma la pérdida de preponderancia del medio por sobre el mundo digital (que también le ha ganado sobradamente en cuanto a inversión publicitaria) y otros organismos.
Sin embargo, la realidad era diametralmente opuesta en 1997, considerado como el mejor año de la industria durante los noventas, o como quien dice “la segunda época de la plata dulce”: Las estrellas venían desde todas partes del mundo, la guerra de las teleseries era lo suficientemente atractiva para decantar por dos canales (y ese año un tercero en discordia), y los informativos sabían informar, a pesar de ciertas imposiciones editoriales en algunas estaciones.
Cifras que hoy son lejanas
Sin ir más lejos, un estudio de la Adimark correspondiente a abril de ese año fue compartida con orgullo por la Federación de Medios de Comunicación Social de Chile, que agrupa a la Asociación de Radiodifusores (ARCHI), la Asociación Nacional de la Prensa (ANP) y la Asociación Nacional de Televisión (ANATEL).
Puntero entre todos era la radio con 83,0%, sin embargo los diarios que aún gozaban de buena salud tenían un 64,9% de confiabilidad. Mientras que la televisión chilena tenía un 63,1%, una cifra extraordinaria si comparamos con las cifras minúsculas de nuestros días.
Y nótese además cómo el Congreso Nacional entonces tenía un modesto pero aceptable 36.4% de confianza entre la ciudadanía. Claro, entonces había algo de sentido común y raciocinio en el parlamento y había méritos en ambos sectores para integrar un curul, algo que no ocurre en nuestros días con youtubers conservadores ocupando el escaño que deberían usar activistas sociales y exdirigentes estudiantiles que, por el contrario de otros, no son negacionistas de los diplomas.