Es indudable que la televisión chilena está desesperada por recuperar el éxito de otrora, y en ello durante esta semana nos ha presentado su más reciente innovación: Un franjeado orientado al público nostálgico de la farándula. Y nos lo venden como si fuese el espacio jamás creado por alguna mente maestra de nuestra hoy vilipendiada pequeña pantalla.
De esta manera, “Hay que decirlo” comenzó con una deslucida performance en sintonía (segunda tras la cobertura olímpica de Chilevisión, lejos de las marcas del canal de Paramount) y en donde su único punto alto ha sido la entrevista a Faloon Larraguibel en la cual debemos conceder un punto: Fue capaz de irritar al enorme público conservador que es seguidor del género en las buenas y en las malas.
Sin embargo, tuvimos también tropezones como la falsedad que lanzó Cecilia Gutiérrez sobre Yamila Reyna que tendría una relación con Jean Philippe Cretton que nació tras la invitación a su podcast. Ella lo desmintió, sin embargo lejos de rectificar ni mostrar algo que lo pruebe, la llamada “Miss Bombastic” eligió el camino del hostigamiento, al que se sumó Pamela Díaz tratándola de “suelta” mediante un chiste.
Queda claro, en este momento desmejorado de nuestra frágil industria, que viene a ser más de lo mismo pero peor: Mentiras, desmentidos y matonaje. Así se da un círculo vicioso que anticipa el funcionamiento de esta llamada “nueva farándula”, que a estas alturas resulta ser la misma de antes.
Del mismo modo, continúan galardonando la falta de inteligencia y la violencia de las personas. Por algo a Daniela Aránguiz no solamente le dan su espacio diario en TV+, sino que además le dan una columna semanal en La Hora. Y encima tienen la audacia de llamarla como “la mujer más importante del espectáculo chileno”, como si Denise Rosenthal o Cecilia Bolocco jamás hubiesen existido. Bueno, para los bajos estándares en que se rige nuestra prensa rosa, es obvio que no aparecen ni en las cómicas.
La televisión local no tiene futuro ni menos hay un ápice de que el panorama cambie en un corto plazo. Los canales seguirán recurriendo a viejos formatos que nos venderán como algo innovador, y a personas con conductas tóxicas que las hacen pasar como figuras imprescindibles. O sea, nos seguirán ofreciendo cerveza por sidral y sidral por cerveza.