Esta semana Brasil, como nunca antes en su robusta cultura pop, ha estado revolucionada con la visita de la cantante de pop Katy Perry, que valga la redundancia, como nunca ha sido aprovechada al máximo por la todopoderosa Globo.
Cierto, han habido otras ocasiones, pero nunca con el despliegue y el nivel que amerita el hecho de que una de las cantantes más importantes de este siglo haya elegido “Rock in Rio”, en la edición que celebra su 40 aniversario, como el escenario propicio para lanzar su nuevo disco “143”.
¿Y cómo el canal de los Marinho le ha sacado el jugo a la californiana? La ha llevado a su más reciente talent-show llamado “Estrela da Casa” como una visita sorpresa a la casa-estudio, junto con una entrevista exclusiva que brindó al programa “Mais Vocé”.
Usted dirá que “claro, ellos tienen para pagar los ceros a la derecha que cuesta tenerla”, sin embargo muchos reportes aseguran que Universal Music Brasil la llevó gratis. Sí, como lo lee. Sin costo alguno y como gentileza del sello discográfico, que además refleja la gran cohesión que hay entre dicha industria y la televisiva, que ni el mundo digital ha quebrantado.
Mientras tanto, en nuestro país, las Fiestas Patrias le dieron un respiro a la pauta excesivamente negativista y depresiva de nuestros matinales y noticieros. Sin embargo, una vez que se cierre la última fonda en Chile, volvemos a la normalidad tan anormal de nuestra industria desprestigiada: Conductores que se erigen como los salvadores de la patria, la sangre que se derrama frente a las cámaras, y un montón de personajes que -muy a diferencia de la californiana- tienen las manos llenas de manchas.
Acá seguiremos viendo a una Daniela Aránguiz que se ufana de ser la dueña de la farándula y de sus contenidos, y a una Oriana Marzoli que se pasea impunemente por las calles de Santiago, sin ninguna autocrítica ni pedido de disculpas, apelando a la amnesia de los consumidores de reality shows quienes ya no se acuerdan de la vez en que llamó de “sucia” y “esclava” a una modelo de piel morena. Y el canal que por esencia pública debería marcar la diferencia, sigue parapetado en turcas que no ve ni Dios y echa a gente que hoy, en internet, podría entrevistar a Perry y a tanta diva pop si lo quisieran, porque hacen lo suyo sin restricciones ni imposiciones.
Y como ha sido la tónica en las últimas visitas de Katy a Rock in Rio, esto tanto en 2011 como en 2015, la Globo siempre nos recuerda que son tan grandes como el tamaño de Brasil, sino que han construido un prestigio y un modelo inquebrantable e inexorable con el paso de los años. Todo mientras acá se alejan de la “aldea Global” y se inventa un mundo lleno de particularidades, donde las figuras tóxicas de nuestro espectáculo hacen lo que se le canta sin importar lo que diga el resto.
Al final, cada que la bella norteamericana visita la tierra verdeamarela, siempre es un buen momento para que se nos recuerde cuán minúscula y destruida está nuestra televisión. Todo por obra y gracia de los mismos culpables de siempre, entre personajes y ejecutivos, que nunca se hacen cargo de nada.