El reciente enfrentamiento entre Oriana Marzoli y Daniela Aránguiz en el programa Only Fama el pasado viernes (29) es un reflejo preocupante de cómo los espacios de farándula en Chile fomentan el conflicto y la agresividad.
Lo que comenzó como una conversación sobre disputas personales terminó en un cruce de acusaciones y descalificaciones que no solo expuso viejas rencillas, sino que también dejó en evidencia el nivel de tensión y hostilidad que estos programas incentivan.
“Te voy a contar que acá no estamos en un reality, estamos en un programa de televisión, y los problemas que yo he tenido con mi expareja, quizás por celos, ha sido como también tú, es un asunto mío”, expresó la farandulera en el cuestionado estelar de Mega.
“Yo lo único que sé es lo que lo mío se emite, lo de ella no porque lo hace en su casa puertas adentro (…) Todo Chile sabe que lo único que no soy es mandoneada por ningún hombre”, le respondió la chica reality ibérica.
“Los problemas que he tenido con mi expareja son míos. Pero sí yo escuché que tú dijiste que yo era una despechada y una insegura de mierda. Entonces, yo creo que tú también has dicho cosas de mí sin conocerme”, respondió la panelista.
Sin embargo, todo subió de tenor cuando esta derechamente insultó a Marzoli: “No trato a la gente de ordinaria, no me burlo de la gente y menos le pego cachetadas a la gente en los realities”. Ahí, Francisca García-Huidobro debió intervenir.
La violencia es habitual en la farándula chilena
Este tipo de situaciones no es aislada. Escenarios similares se repiten en diversos programas del género, normalizando un discurso violento que resta credibilidad y prestigio a nuestra televisión.
Las alusiones ofensivas, los calificativos peyorativos y la confrontación constante no solo degradan el contenido, sino que también perpetúan un modelo de entretenimiento que se alimenta de la humillación y el escándalo.
El hecho de que se haya necesitado la intervención de una figura como Fran García-Huidobro para apaciguar los ánimos no borra el sabor amargo que estos episodios dejan en la audiencia.
Por el contrario, refuerza la necesidad urgente de replantear los valores y el propósito de estos espacios, que, lejos de informar o entretener de manera responsable, contribuyen al deterioro de la imagen de la televisión nacional.