La televisión chilena se encuentra nuevamente en el ojo del huracán tras la cobertura de dos casos de connotación pública que involucran a figuras políticas. Mientras los matinales “Contigo en la Mañana” (Chilevisión) y “Mucho Gusto” (Mega) han dedicado extensos segmentos a la diputada Maite Orsini, revelando incluso supuestos correos electrónicos privados enviados a Jorge Valdivia, un llamativo silencio se ha instalado en torno a la declaración de Andrés Chadwick en el Caso Audios.
La semana pasada, el ex ministro del Interior declaró como imputado en el marco de la investigación por presuntas irregularidades en el financiamiento de campañas políticas. Sin embargo, este hecho no ha tenido la misma repercusión mediática que la controversia en torno a Orsini, generando suspicacias sobre su imparcialidad.
Las redes sociales se han llenado de críticas, acusando a los canales de aplicar un doble estándar al momento de cubrir temas políticos. Se cuestiona la rigurosidad periodística y la falta de equilibrio al dar mayor visibilidad a casos que involucran a figuras del oficialismo, mientras que se minimizan o ignoran aquellos relacionados con la oposición.
Este escenario reflota el debate sobre la objetividad de los medios de comunicación y su rol en la construcción de la realidad social. La ciudadanía exige una cobertura informativa transparente y equitativa, que evite caer en sesgos políticos y contribuya a un debate público informado.
La falta de pronunciamiento de ambos matinales sobre la declaración de Chadwick agudiza las sospechas sobre la existencia de una agenda mediática selectiva, que privilegia ciertos temas y personajes por sobre otros.