El 2024 ha sido, dentro del concierto televisivo, un año con más noticias negativas que positivas. De lo negativo se ha hablado bastante durante el transcurso de este año, por lo que no vamos a ponerle más pelo a la sopa. Quiero detenerme en dos pequeños éxitos que se consolidaron en el año que se cierra, Ahora Caigo y Que dice Chile.
Los programas de concurso deben estar dentro de aquellos hitos que reconfortaron a una industria que parecía eternizar formatos del pasado y abusar de los famosos, justamente porque parte fundamental de estos programas es poner el protagonismo en sus concursantes.
Tanto el espacio conducido por Daniel Fuenzalida como el de Martín Cárcamo han enfocado su selección en grupos de concursantes interesantes, motivando al público a seguir el programa, junto a ello, se ha incorporado a las familias de los participantes para agregarle una tonalidad más afectiva a los concursos. Todo esto acompañado por dos animadores que han sabido no comerse la pantalla y ser muy buenos intermediarios entre los concursantes y el público.
El éxito de los programas de concurso tiene que ver en parte por un hastío cada vez más evidente de espacios protagonizados por la vida de los famosos, definiendo cánones de vida frívolos y hedonistas, alejados a la vida esforzada de la gran mayoría. A esto se suma la acusación, injusta o no, de una serie de actores que estelarizan las telenovelas de Mega más bien por sus antecedentes familiares que por su propio mérito.
Que gente común y corriente participe y gane un programa de concursos motiva la ilusión del público en obtener una gratificación en la vida y pone como protagonista a la gente que ve televisión y no a la que hace la televisión.
También hay un mérito en TVN y Canal 13 en mantener estos espacios a pesar de su inicio tímido en sintonía. Era difícil competirle a las imbatibles teleseries vespertinas de Mega, pero tanto los errores de la cadena de Bethia, eternizando formatos repetidos, como las propias fortalezas de los programas de concurso han ayudado a fortalecer los ratings de la estación pública y la de Luksic, respectivamente.
Si hay algo que está quedando claro este año es que la hegemonía de Mega está cada vez puesta en entredicho, y que es posible que el próximo año, dependiendo de un buen tren de programación por parte de las cadenas competidoras, Mega será desplazada en el liderazgo de horarios fundamentales para definir el liderazgo en sintonía.
Tal vez esta sea la noticia más alentadora que ha ofrecido la televisión local en 2024. Si bien es un triunfo todavía relativo, puede marcar un punto de inflexión a la larga dominación de Mega en las pantallas chilenas. Veremos si los canales prefieren acercarse al público reflejando a ese mismo público o reflejando conflictos de personas que están bien alejadas de los problemas cotidianos de nuestra gente.