Un manto de silencio parece haber cubierto a la farándula chilena frente a las constantes y despiadadas burlas que Gala Caldirola ha proferido hacia Faloon Larraguibel en el reality “Palabra de Honor” de Canal 13.
A pesar de la gravedad de las agresiones, que incluso han llegado a utilizar la violencia sufrida por Faloon a manos de su expareja como material de escarnio, la reacción del mundo del espectáculo ha sido, en el mejor de los casos, tibia.
Resulta llamativo cómo situaciones de menor envergadura han desatado tormentas mediáticas y debates interminables en paneles faranduleros, mientras que el sistemático acoso que sufre Faloon es ignorado o minimizado.
¿Dónde están las voces indignadas que claman por la justicia y la empatía cuando se trata de una mujer que ha sido víctima de violencia de género? ¿Por qué los portales de espectáculos, tan ávidos de controversia y escándalo, miran hacia otro lado cuando se trata del sufrimiento de Faloon?
Es imposible no preguntarse si la farándula, en su afán por el rating y la polémica fácil, se ha convertido en cómplice del atropello a la dignidad de una persona vulnerable. El silencio de programas como “Hay que decirlo”, del mismo Canal 13, resulta especialmente preocupante. ¿Acaso la búsqueda de la audiencia justifica la normalización del bullying y la revictimización de una mujer que ya ha sufrido demasiado?
Faloon Larraguibel: Un blanco fácil para el bullying
La situación se agrava aún más al observar cómo el programa “Palabra de Honor” parece haber convertido a Faloon en el blanco predilecto de sus participantes. En un adelanto reciente, se ve a Rubí Galusky cambiándose al equipo de la ultraderechista Oriana Marzoli, confesando que nunca le interesó ser amiga de Faloon.
Este tipo de actitudes, lejos de ser condenadas, parecen ser incentivadas por la producción del programa, que encuentra en el conflicto y la humillación una fórmula efectiva para generar contenido.
Es hora de que la farándula chilena se mire en el espejo y reflexione sobre el rol que está jugando en esta historia. ¿Se trata de un simple entretenimiento o de una maquinaria de destrucción que se alimenta del dolor ajeno? La indiferencia ante el sufrimiento de Faloon Larraguibel es una mancha que difícilmente podrá ser borrada de la imagen de un sector que se dice defensor de las mujeres y los derechos humanos.
El caso de Faloon es un llamado de atención para toda la sociedad. No podemos permitir que el bullying y la violencia sean normalizados en ningún ámbito, y mucho menos en la televisión, un medio con un enorme poder de influencia sobre las personas.