Este año no solo conmemoraremos los cincuenta años del Golpe de Estado, sino que también tenemos que recordar que la convivencia democrática estaba seriamente dañada previa al Golpe y lamentablemente los medios de comunicación, sobre todo los escritos, jugaron un papel protagónico en la polarización política y deshumanización contra los adversarios.
Autor: Hugo Cares
En definitiva, Viña terminó gozando de un rejuvenecimiento de su público, algo necesario para su supervivencia y para atraer a los avisadores. Además, más que competir con Lolla, Viña supo buscar artistas que si bien comparten un mismo rango etáreo, no son lo suficientemente alternativos como para entrar al show de marzo.
Habría que hacer varias columnas más para seguir abarcando la diversidad que constituyó ese año para la pantalla chica local, pero solo queda concluir que 2003 fue uno año inolvidable para la televisión chilena, para bien o para mal, ese año confirmaba que la industria televisiva local mantenía su alto impacto y su capacidad de renovarse ante los nuevos públicos.
El canal debe ser claro y preciso que la decisión de no tocar esta noticia no iba por el camino de defender a cierto grupo político o a cierta dirigente, sino evitar que esto sea el reflote de una farándula que se vuelve nociva para la industria televisiva local.
Acá la tarea es de los medios al poder acercar mejor a todos los grupos generacionales a las nuevas tendencias musicales y a través de aquí poder cambiar los prejuicios que estos detienen (me refiero sobre todo a la música urbana) y este puede ser un buen punto de partida.
¿A qué se debe que algunos grupos tratan de culpar a los medios de “alienar”a la gente si estos gozan de baja credibilidad? ¿No será que muchas de las decisiones tomadas por el pueblo en estos años se basan de su propia experiencia y no de los relatos de ciertos grupos interesados? Es hora también de no tomar a la gente por tonta, el pueblo sabe bien que los medios no hacen bien su trabajo, y ya no los toma como referencia primordial.
El paso del tiempo nos hace dimensionar que todavía en el año 2008, ya en presencia de una farándula muy fuerte y alejado de los mejores años de la industria, se ve a una televisión local lo suficientemente poderosa para marcar pautas e influir en amplios estratos de la sociedad. Todo lo contrario a lo que se refleja hoy, donde la televisión local se dimensiona como un elemento de grupos etáreos de menor relevancia, e incluso enfocada a sectores socioeconómicos más bajos, mientras que las apuestas de las plataformas de pago (sobre todo OTT) son las producciones que logran un mayor nivel de aceptación en grupos etáreos y económicos más apetecidos por los círculos de influencia. La pantalla chica parece que está ganando esa irónica y cruel acepción brasileña definida como cosa de pobre, recuperar una televisión abierta transversal e influyente parece que debería ser el gran desafío para nuestra industria.
Creo que es el momento de discutir cómo la televisión local puede enfrentar este cúmulo de malas noticias con una producción lo suficientemente contundente como efectiva para generar, al menos, un motivo de discusión pública un poco menos tensa, y que mejor que cierta frivolidad pueda entrar a nuestras vidas, siempre con la moderación que hemos aconsejado a través de este portal.
El problema no es tanto que existan este tipo de programas, sino una excesiva dependencia de una clase de invitados, que van rotando permanentemente en estos franjeados. Eso también genera una pérdida de originalidad por parte de los televidentes que ya saben cómo reaccionan estos rostros al momentos de ser interrogados de ciertos episodios que ya mencionaron en otras oportunidades, incluso me atrevo a decir que repiten las mismas experiencias ya dichas con anterioridad.
¿Es necesario pedir coherencia a los televidentes? Desde el más profundo sentido, creo que sí. La televisión mide conceptos muy primarios, pero que terminan identificando a una generalidad de la población, engloba contenidos que son discutibles con el signo de aprobación de que son altamente populares.
Hoy todo lo que estaba reservado para la intimidad se cuenta y aquellos que por su profesión se reservaban información sobre sus clientes hoy lo resaltan a viva voz. La calidad de los personajes de este género solo empeoran y las peleas que se generan cada vez adoptan elementos de peor gusto. ¿Aceptarán los ejecutivos de los canales grandes en tolerar este tipo de elementos en las pantallas? ¿Será posible que por unos cuantos pocos pesos la televisión nuevamente sacrifique elementos de calidad por peleas barriobajeras?
Mucha agua ha corrido en el puente tras estas tres semanas de mundial. Más allá de las eliminaciones inexplicables y los triunfos históricos, vemos como la televisión sigue siendo el gran canal de comunicación para transmitir este tipo de acontecimientos, para un país que no se tenían muchas esperanzas en torno a un éxito en sintonía en torno al mundial este certamen sólo ratifica la importancia que el deporte rey tiene para gran parte de la población. El problema radica que entre los que no guardaban muchas expectativas sobre el éxito de estas transmisiones estaban los propios canales de televisión.