No es un misterio decir que vivimos tiempos difíciles, son momentos de mucha inquietud y desconcierto por muchos temas y situaciones, pero no solo se trata de lo que nos sucede internamente. Sino que estamos rodeados de conflictos internacionales de impactante gravedad que comprometen seriamente la estabilidad geopolitica del mundo.
Los conflictos bélicos en Ucrania, el recrudecimiento del conflicto árabe-israelí tras los ataques de Hamas el 7 de octubre pasado, las elecciones en Estados Unidos y la situación de inseguridad en gran parte de Latinoamérica son parte de un cóctel amargo para la humanidad, pero que es necesario cubrirlo y tocarlo como corresponde, incluso con la seriedad que ameritan estas situaciones. Los medios chilenos, a pesar de su disponibilidad de cubrir estos eventos con alta intensidad los primeros días, luego concentran la atención en otros acontecimientos, como si la gravedad del conflicto haya disminuido.
Hace poco, el para nada alarmista periódico español El País tituló con la nada esperanzadora advertencia del advenimiento de un gran conflicto bélico a nivel europeo. En Chile muy pocos medios tomaron mucha atención a esta noticia. Es más, los medios en las últimas semanas se han concentrado en poner más atención al devenir de la familia real británica más que cubrir hechos de real importancia para la vida cotidiana de nuestros ciudadanos, por lo demás, al momento de hablar de la situación de Kate Middleton, muchas veces se apoyaron en los rumores poco justificados lanzados a través de redes sociales más que entregar una información seria y contundente, solo el anuncio que la princesa Kate padece cáncer apaciguó la fiesta de sospechas que tanto entretuvieron (y mal informaron) en las últimas semanas.
Por décadas, a pesar de nuestra distancia geográfica e incluso política de los grandes centros de la noticia, la televisión chilena se esmeraba en estar presente en estos conflictos, independientemente de la gravedad del conflicto, que incluso costaron la vida de funcionarios de las estaciones de televisión. El estar cerca de estos hechos podía generar diversas interpretaciones sobre los conflictos e incluso generaba dentro del televidente la idea de que nuestro país estaba casi inmune de estos hechos. Más allá de estas tesis, el público prestaba atención a estos informes y reportajes que se realizaban fuera de nuestras fronteras y se construyó la carrera de prominentes periodistas.
Creo que el no cubrir con la prestancia debida a estos hechos se está haciendo una mala interpretación de lo que el televidente quiere ver, por mucho que estemos lejos y lo amenazante que a veces suene estas noticias, lo mejor es ponerles el enfoque que merecen e incluso advertir los riesgos que estos conflictos implican. Las malas noticias hay que cubrirlas, pero estas se deben hacer de una manera clara, inteligente y con altura de miras.